¡Hoy es Viernes y el cuerpo lo sabe!

 

El último día de observación y ayudantía inició con una clase de educación física, donde se realizaron actividades que buscaban desarrollar la motricidad y coordinación en los alumnos. Una de las actividades más destacadas fue la de fomentar el trabajo en equipo y armonía.

Esta actividad es esencial en la educación física, ya que permite a los alumnos desarrollar habilidades sociales y emocionales, como la comunicación efectiva, la confianza mutua y la cooperación. Al trabajar en equipo, los alumnos aprenden a apoyarse unos a otros, a respetar las diferencias individuales y a lograr un objetivo común.

Además, la actividad de trabajo en equipo y armonía también contribuye al desarrollo de habilidades físicas, como la coordinación, el equilibrio y la agilidad. Los alumnos deben trabajar juntos para lograr un objetivo, lo que requiere una gran cantidad de coordinación y comunicación.

En resumen, la actividad de trabajo en equipo y armonía en la educación física es esencial para el desarrollo integral de los alumnos, ya que les permite desarrollar habilidades sociales, emocionales y físicas que les serán útiles en su vida diaria.

A continuación, se realizaron otras actividades que buscaban desarrollar la motricidad y coordinación, como carreras de velocidad, saltos de longitud y lanzamiento de pelota. Los alumnos disfrutaron mucho de estas actividades y demostraron un gran entusiasmo y energía.

En general, fue un día muy productivo y divertido, donde los alumnos pudieron desarrollar sus habilidades físicas y sociales en un ambiente de trabajo en equipo y armonía.

Roberto, el niño que mayormente se negaba a participar en Educación Física, al principio estuvo renuente a participar en la actividad de trabajo en equipo y armonía. Sin embargo, después de observar a sus compañeros y ver cómo se divertían, comenzó a mostrar interés y curiosidad.

Al principio, Roberto se limitó a observar desde la distancia, pero gradualmente empezó a acercarse al grupo y a participar a su manera. Comenzó a jugar con la pelota y a interactuar con sus compañeros, aunque todavía de manera tímida.

A medida que la actividad avanzaba, Roberto empezó a sentirse más cómodo y comenzó a participar más activamente. Empezó a correr, saltar y lanzar la pelota con sus compañeros, y hasta llegó a sonreír y reírse con ellos.

Fue emocionante ver cómo Roberto superó su inicial renuencia y empezó a disfrutar de la actividad. Su participación y entusiasmo crecientes fueron un claro indicio de que estaba empezando a sentirse más cómodo y seguro en el entorno de la clase de Educación Física.

Aunque todavía tiene momentos de timidez y preferencia por jugar solo, Roberto ha demostrado un gran progreso en su disposición a participar y colaborar con sus compañeros. Es importante continuar apoyándolo y motivándolo para que siga desarrollando su confianza y habilidades sociales y físicas.

En el resto del día, continuamos explorando los nombres de los números con 3 dígitos en la clase de Saberes y Pensamiento Científico. Los alumnos estaban emocionados de seguir descubriendo y aprendiendo sobre los números.

La maestra comenzó a escribir números de 3 dígitos en la pizarra, como 247 o 394, y les pidió a los alumnos que los nombraran. Al principio, algunos alumnos se mostraron un poco inseguros, pero con la ayuda de sus compañeros y la guía de la maestra, pronto comenzaron a nombrar los números con confianza.

Después, la maestra les pidió que escribieran los números de 3 dígitos en sus cuadernos y que los nombraran en voz alta. Los alumnos se esforzaron por escribir los números correctamente y pronunciarlos con claridad.

Para fomentar la comprensión y el aprendizaje activo, la maestra incorporó diversas actividades, como preguntas, ejercicios de completamiento, juegos matemáticos y trabajo en equipo. Los alumnos disfrutaron resolviendo problemas y desafíos que involucraban números de 3 dígitos.

Después de un breve receso, la maestra decidió retomar el tema de las diferentes familias. Sin embargo, los alumnos estaban inquietos y era difícil controlarlos. Parecía que habían perdido el enfoque y estaban más interesados en hablar entre ellos que en prestar atención a la clase.

La maestra intentó llamar su atención varias veces, pero los alumnos se comportaban con una actitud desafiante. Era como si estuvieran retando a la autoridad de la maestra y se enojaban cuando ella intentaba corregirlos.

Uno de los alumnos, en particular, se levantó de su silla y empezó a caminar por la clase, ignorando las instrucciones de la maestra de que se sentara. Otros alumnos empezaron a reír y a hacer bromas, lo que hizo que la situación se volviera aún más caótica.

A pesar de todos los desafíos y el caos que se presentó en la clase, al final del día me reuní con la maestra Yuly para reflexionar sobre lo sucedido. Le compartí mis preocupaciones y frustraciones, pero también le propuse algunas estrategias que quería implementar para mejorar la gestión de la clase y el aprendizaje de los alumnos.

La maestra Yuly me escuchó atentamente y se mostró abierta a mis sugerencias. Accedió a trabajar juntos para encontrar soluciones y me ofreció su apoyo y guía. Me sentí aliviado y motivado de nuevo, sabiendo que tenía el respaldo de la maestra para implementar cambios positivos en la clase.

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