¡Hey,estamos de vuelta!

Al llegar, noté que el ambiente estaba cargado de curiosidad y energía. Los estudiantes se habían acomodado de manera tradicional, en filas frente al pizarrón, como es habitual. Sin embargo, la llegada de los nuevos compañeros creó un ligero desorden mientras todos intentaban familiarizarse con sus lugares y compañeros cercanos.

Sin embargo, lo más novedoso fue la implementación de un registro de asistencia visible en el aula, un cambio significativo que llamó la atención de todos. Este registro, claramente colocado en un lugar estratégico, facilitaba que todos supieran quiénes estaban presentes de una manera más ordenada y eficiente.

Además, la maestra titular decidió introducir un temporizador para agilizar el tiempo de las actividades. Aunque la intención era buena, aún hubo algunos inconvenientes. Algunos estudiantes no lograban terminar sus tareas dentro del tiempo establecido, y otros parecían un poco tensos por la presión del reloj. A pesar de las fallas iniciales, se pudo notar que esta nueva estrategia podría ser útil con algo más de práctica y adaptación por parte de todos.

La maestra titular propuso una actividad especial: dibujar a sus familias. El objetivo era fomentar la expresión personal y fortalecer el vínculo emocional con su entorno familiar, permitiendo que los estudiantes se sintieran cómodos al hablar de sus seres queridos. Sin embargo, al principio, noté que algunos alumnos se mostraban renuentes a participar. Al indagar un poco, comprendí que la razón detrás de su resistencia era que algunos provenían de familias donde sus padres estaban divorciados o, en otros casos, uno de los padres había fallecido. Esto generaba una mezcla de incomodidad y tristeza en ellos

Fue en ese momento que decidí intervenir.  dibujé a mi propia familia en el pizarrón, explicando que todas las familias son diferentes, y que lo importante es que, sin importar las circunstancias, todas son valiosas y únicas. Al compartir mi propio dibujo y contar un poco sobre mi experiencia, noté que algo cambió en los estudiantes. Poco a poco, comenzaron a dibujar sus propias familias, cada uno a su manera, reflejando sus realidades de forma auténtica y sincera.

El resultado fue que la actividad no solo sirvió como un ejercicio artístico, sino también como una oportunidad para que los estudiantes se sintieran comprendidos y aceptados en sus diferencias. Aunque al inicio hubo reservas, terminó siendo una jornada significativa, donde todos participaron y pudieron expresar sus emociones a través del arte.

El día terminó con una sensación de cambio y ajustes. La llegada de nuevos compañeros, junto con los métodos más organizados de la maestra, señalaron que el aula está en un proceso constante de transformación y mejora